miércoles, 1 de abril de 2015

Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos



LUGARES DEL MEDALLÓN: Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos

En el largo deambular del medallón por la Historia, Burgos y sus inmediaciones ocupan un lugar especial. No sabría decir qué es exactamente lo que me cautivó de este monasterio de San Pedro de Cardeña, a escasa distancia de la increíble ciudad que es Burgos. Pero lo cierto es que tanto el paraje como sus muros encierran un encanto especial. Desde el primer momento tuve claro que ubicaría en él algunos de los pequeños pasajes "históricos" que, gota a gota, van rellenando las incómodas lagunas que persisten en la investigación de Bea y Mario, incapaces de desvelar por completo para el lector toda la verdad sobre el viaje del extraño amuleto. Aquí dejo dos breves fragmentos:

Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos, 1103


Jimena Díaz paseaba con aire distraído por el gran patio, bajo la fachada del palacio que ya fuera su morada tiempo atrás, cuando su marido la dejara allí junto a sus dos hijas al cuidado del abad Sisebuto. Las piedras de aquel monasterio benedictino rezumaban historia tras más de dos siglos en pie; esa historia turbulenta de reinos cristianos y musulmanes que a ella y a su difunto esposo les había tocado vivir. Se había convertido sin duda en la viuda más popular de Castilla. Tan sólo un año hacía que había tenido que abandonar su querida Valencia, donde tanto y tan intensamente viviera junto a Rodrigo, el Campeador, vencida por las circunstancias y la presión almorávide. 
[...]
¾Realmente no soy yo quien reclama vuestro servicio, querido Diego, sino vuestro admirado amigo y mi difunto esposo.
¾No entiendo...
Un silencio incómodo, al menos para él, se hizo entre la pareja durante unos instantes mientras seguían andando camino del antiguo claustro del monasterio.
¾¿Tenéis conocimiento de lo que sucedió en este claustro que pisamos, hace más de dos cientos de años, don Diego?
Claustro de los mártires, monasterio de San Pedro de Cardeña.
¾No, mi señora ¾contestó impaciente, pues no era hombre de palabras sino de acción y no entendía la relación de esta pregunta con la llamada de Jimena.
¾Aquí fueron martirizados dos cientos de monjes por los invasores musulmanes. Por defender su religión, que es la nuestra.
¾No lo sabía, mi señora. Pero ¿qué tiene eso que ver con vuestra llamada?
¾El sacrificio, don Diego. El sacrificio es lo que tiene que ver [...].

* * * *

Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos, 1808

¾¡Desenterrar un muerto! ¡Desenterrar un muerto! ¡Debe de parecerles que no tenemos nada mejor que hacer! ¾Quien así protestaba era el sargento de húsares Tascher mientras galopaba con un puñado de hombres¾ ¡Y nada menos que al jodido Cid! Estos españoles se revolverían como perros si lo supieran. Más vale que no haya problemas en ese monasterio...
[...]
       Ciertamente se trataba de una construcción hermosa, de colores llamativos, con dos perfectas filas de ventanas extendiéndose a cada lado del retablo principal y sendas torres a los extremos limitando, casi abrazando, la fachada. Sólo una cosa llamó su atención más que la propia edificación: reinaba allí un silencio sepulcral.
         [...]
Avanzaron hasta la puerta de madera rojiza. El sargento la empujó con fuerza pero ésta no cedió. Le propinó un par de fuertes aldabonazos y esperó. La única respuesta fue un silencio aún más intenso, acrecentado quizá por su propio desconcierto. No esperaba encontrar el lugar deshabitado, pero ésa aparentaba ser su situación.
[...]
De aquella pequeña e inesperada visita cultural, Ricard recordaría tiempo después el acogedor claustro de estilo románico, sus capiteles de roja arenisca, la quietud casi opresiva de su atmósfera, el recogimiento al que invitaban sus arcadas de dovelas a dos colores. Y en contraste con él, la imponente torre de planta cuadrada que acompañaba a la iglesia, las elegantes pero siniestras gárgolas que sustentaban los cuatro pináculos de su cima. Bajo ellos, diferentes secciones de al menos dos épocas claramente diferenciadas se fundían en la torre con singular maestría.
Fachada principal del Monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos

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